Liz Ortega es uno de las casi 40 miembros nuevos que nos representan en la asamblea estatal, donde cada año ganan más terreno las mujeres.
Nacida en Guadalajara, México, Liz Ortega llegó a los 3 años de edad a Estados Unidos y a partir de este año, representa al Distrito 20 que incluye Hayward en la asamblea estatal.
“No tengo miedo, no estoy intimidada”, dijo.
Es una mujer con un espíritu valiente y guerrero que no duda heredó en parte de su mamá.
“Lo que ella hizo para llegar a este país”, dijo Ortega.
Y es que dice que como muchas familias, su papá vino primero.
“Cuando yo tenía 3 años, y mi hermanito tenía 6 meses, ella dijo, 'sabes que ya me canse de esperar a mi esposo', consiguió el dinero para agarrar un coyote y se vino sin decirle a nadie, ni a mi papá”, dijo Ortega.
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Con sus padres, se instalaron en la Fruitvale y cuando llegó la hora de entrar a kinder, ella ya era aventajada.
"Muchos de los recién llegados niños inmigrantes, mexicanos no hablaban inglés", dijo Ortega.
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Pero ella, lo hablaba perfecto.
“Le preguntaron a mi mama, ‘¿cómo ya sabe todo esto?, ellos decían, ‘pues no sabemos’”, dijo Ortega. “Yo lo aprendí viendo novelas en Inglés, novelas Americanas”.
Recién se graduó de preparatoria quedó embarazada y antes de los 21 años tuvo dos hijos, con una pareja que no quería que ella estudiara.
“Yo trabajaba dos trabajos para poder mantener a mis niños y eso si estaba bien, no había problema que yo trabajara de día y de noche, 14, 16 horas pero ir a la escuela, si era un problema”, dijo.
Sufrió violencia doméstica, y cuando se separó recibió un gran regalo de sus padres.
“Vas a venirte a la casa otra vez, vamos a ayudarte con los niños, pero con la condición de que regresara a la escuela”, le dijeron.
Entonces estudió justicia criminal al ver lo que pasaba con muchos de sus amigos.
“O se morían temprano de la violencia, o llegaban a la cárcel”, dijo Ortega.
Finalmente terminó dedicando numerosos años de su vida profesional, al trabajo y a las luchas de los sindicatos.
“Empecé a organizar a trabajadores, siempre tuve en mi mente a mi papá y mi mamá, y las injusticias que ellos tuvieron que sufrir en sus trabajos porque no tuvieron un sindicato que estuviera ahí para pelear para ellos”, dijo Ortega.
Con esta poderosa cosecha de experiencias ahora ella no duda que en Sacramento seguirá marcando una diferencia a favor de los que no tienen voz y en representación de la mujer Latina.
“No me dejo que me intimiden, no me dejo que no sepan quien es Liz Ortega”, dijo.