Un niño se debate entre la vida y la muerte en el hospital Cook Children’s, en la ciudad de Fort Worth, Texas.
La familia enfrenta la noticia de que hay pocas esperanzas médicas, y el niño podría ser desconectado.
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Sin embargo, los familiares inmediatos de Santana Retana, de siete años de edad, se niegan a aceptar que sea desconectado, por miedo a que no pueda respirar por sí solo y muera.
Y es que la madre, Verónica Arredondo, y el padrastro, Ramón Almazán, aseguran que el menor poco a poco se está recuperando, y que inclusive, ya abrió los ojos.
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El 5 de agosto, la familia regresaba de un paseo, cuando Almazán se quedó dormido y perdió el control de su automóvil.
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Dos hermanos de Santana, de dos y cinco años, murieron en el accidente. A él lo llevaron de emergencia al hospital, donde ahora lucha por su vida.
Según fotografías y videos que la familia compartió, Santana ha recuperado movimientos corporales y abre los ojos frecuentemente, lo que para ellos es una señal de mejoría.
En un comunicado, el centro médico dijo que “el hospital está haciendo todo lo posible para asegurar que Santana reciba el mejor tratamiento. Le hemos dado a la señora Arredondo opciones de tratamiento, pero el hospital no ha tomado ninguna decisión más que seguir apoyando de la forma que lo hemos venido haciendo desde que el niño llegó al hospital”.
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Pero en documentos entregados por el Cook Children's a la señora Arredondo, le notifican que si el comité médico determina que no hay nada que hacer, la familia tendrá 10 días para buscar un hospital que continúe con el tratamiento del pequeño, o de lo contrario, será desconectado del respirador.
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