SAN FRANCISCO - Las autoridades de California alertaron este miércoles de que las pocas precipitaciones registradas este invierno apuntan a que se vivirá otro año de restricciones en el suministro del agua, algo que viene siendo habitual en los últimos tiempos en el mayor estado de Estados Unidos.
En los meses pasados apenas ha llovido y nevado en California (ambos registros se sitúan por debajo de la media histórica) y los datos del Servicio de Seguimiento de la Sequía de EEUU indican que el 90 % del estado se encuentra en una situación que va de la "sequía moderada" a la "sequía excepcional".
En paralelo, la Sierra Nevada (principal proveedor de agua del estado y de la que se nutren grandes urbes como Los Ángeles y San Francisco) termina el invierno con una nieve acumulada significativamente inferior a lo habitual, especialmente en la parte Sur, donde es menos de la mitad de lo normal.
"Empiecen a planificar ya ante la posible escasez en el suministro de agua este año e identifiquen medidas prácticas que puedan tomar para mejorar su resistencia a la sequía", reza una carta enviada esta semana por la Junta de Control de los Recursos Hídricos de California a más de 40,000 granjeros y alcaldes.
Por su parte, el Departamento de Gestión del Agua del Gobierno californiano rebajó a la mitad las previsiones de la cantidad de agua que proveerá a ciudades y zonas agrícolas a través del Proyecto Estatal de Agua.
Si en diciembre este ente gubernamental planeaba dar respuesta al 10 % de las peticiones recibidas para obtener recursos hídricos, ahora sólo se compromete a cumplir con el 5 % del total.
Tras unos meses de enero y febrero excepcionalmente secos, todas las esperanzas estaban depositadas en que en marzo se produjese un "milagro" que permitiese encarar el resto del año -y muy especialmente el verano- con mayor tranquilidad, algo que finalmente no ha sucedido.
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Además de ser el estado más poblado de EEUU, California también es su principal proveedor de productos agrícolas, especialmente frutas y verduras frescas, así como derivados lácteos, todos ellos sectores que requieren un alto consumo de agua.
Sin embargo, grandes partes del estado -especialmente en el sur- son prácticamente desérticas y el cambio climático está empeorando la situación a pasos agigantados.
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Así, el estado vivió una sequía prácticamente constante a lo largo de la década pasada, declarada en diciembre de 2011 y que se alargó hasta marzo de 2019. Tras un breve respiro en el invierno 2019-2020, la mayor parte del año pasado volvió a ser mala y este 2021 apunta a un empeoramiento de la tendencia.