Dos de las 28 personas que murieron en un accidente de autobús en una carretera de Oaxaca, México vivían en San Francisco.
Telemundo 48 habló en exclusiva con la madre y esposa de las víctimas y nos dijo cómo otros dos miembros de esa misma familia que sobrevivieron, siguen recuperándose.
“Es una tragedia esto que estamos viviendo ahorita”, aseguró Margarita Jiménez, quien perdió a su esposo y a su hijo en el accidente.
El pasado 4 julio un autobús salió en la madrugada de la Ciudad de México con destinó a la mixteca oaxaqueña y según autoridades mexicanas cayó en un barranco de más de 25 metros de altura.
Por lo menos 28 personas murieron, incluyendo el esposo de Margarita, Maximino Gildardo Jiménez Cruz, de 67 años, y su hijo mayor Raúl Jiménez Jiménez, de 44 años.
“Lo que me dijeron fue que mi esposo murió instantáneamente, y a mi hijo se le quebraron los huesitos y le afectó los pulmones”, relató Margarita.
La madre de familia tuvo un presentimiento de que algo andaba mal cuando esa mañana no contestaron sus llamadas.
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“No lo podía creer, sentía que me volvía loca, porque yo me despedí bien con mi esposo y de mi hijo, y de mis nietos que se fueron”, dijo Margarita.
Autoridades confirmaron que hubo más de 15 heridos.
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Dos de los sobrevivientes fueron los nietos Margarita, uno de 12 años está en un hospital en Miami, Florida.
“Se quebró sus dos deditos y se le salió su hueso de la mano”, aseguró Margarita.
Mientras su nieto, de 15 años, se recupera en un hospital en Oaxaca luego de que su columna se le fracturara en el accidente.
Margarita quiere que siempre recuerden a su abuelito por su esfuerzo.
“Tal vez no tuvo mucho estudio pero él siempre quería lo mejor para sus hijos”, aseveró Margarita.
Lo que más le duele es que su hijo ahora no podrá cumplir su sueño.
“Tengo ganas de hacer un negocio mamá, de salir adelante, ya no trabajar y que tú y mi papá se vayan a Oaxaca a disfrutar su vejez”, recordó Margarita lo que le dijo su hijo.
Ahora lo único que Margarita quiere es la recuperación de sus nietos para poder abrazarlos de nuevo en casa.