La fama le llegó a Leo Rosales a muy temprana edad, desde los 14 años comenzó a tocar batería y el timbal, hasta que la oportunidad le llegó cuando fue llamado a integrar el grupo Malo.
“Yo tenía 18 años, cuando salí en gira con Malo no había terminado ni high school, terminé medio año temprano, entonces nos fuimos a Nueva York, Connecticut, Miami, North Carolina, Alabama, Canadá, México, jovencito, eso era wow”, aseguró Leo.
Su canción Suavecito se mantuvo en los primeros ratings de Billboard, en las giras, su pasión por la música lo hacía presentarse en escenarios con miles de fanáticos.
Pero una sombra se cernía sobre tanta fama.
“En un año y medio eso empezó a cambiar mi pensamiento, mi carácter porque lo que empezó a pasar fue que las drogas y el alcohol empezaron a ser más importantes, antes de eso la música era número uno, hasta no iba a la escuela para quedarme en la casa practicando”, relató Leo.
El músico aseguró que drogarse se convirtió en una rutina.
“Pero cuando las drogas y el alcohol me empezaron a agarrar control, eso era yo lo que empezaba a pensar primero, antes de ir a tocar tenía que fumar un poquito tomar un poquito o cualquier cosa, y eso me empezó a cambiar todo”, dijo Leo.
Así como subió a la fama de manera vertiginosa, las drogas lo llevaban cual torbellino hacia el abismo.
“En ese tiempo cuando me perdí se me quitó la confianza de tocar, me salí de la música”, indicó Leo.
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Tras tocar fondo y con la ayuda de amigos dijo que logró dejar las drogas y permanecer sobrio por 10 años, pero esa pausa también la realizó en la música pues creía que ambas iban de la mano, pensaba que el demonio de la drogadicción se había alejado, pero solo por un momento, la recaída fue peor.
“Y un día yo sentía que como si Dios me tocaba en el hombro y me decía ´anda ve a tu mamá´ y me levanté, era el sábado 11:30 p.m., me fui donde ella estaba y se estaba muriendo”, añadió Leo.
Su mamá estaba agonizando y esa noche que él la visitó, ella murió.
“Y eso me cambió a mí, que sentí el amor de Dios y el amor de mi mamá, que no estaban disgustados conmigo, pero querían mandarme un amor que me iba a curar”, dijo Leo.
Y así fue, desde ese día Leo es otra persona, su experiencia en la alto de la fama y en lo más bajo de las drogas, lo han llevado ahora a contar su vida los jóvenes para que conozcan los peligros de las drogas, pero que también existe una salida.
“20 años sin alcohol, sin drogas sin nada, por la gracia de Dios y mi mamá, si mi mamá se me fue me dijo ´vas a estar bien´” , expresó Leo.
Su pasión por la música lo llevó a lo más alto de la fama, su adicción a las drogas le hicieron caer a lo más bajo, pero Leo Rosales es una leyenda de San Francisco cuya historia todos debemos conocer suavecito.